De lo bien que los mexicanos hemos aprendido historia - Universidad de Morelia
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De lo bien que los mexicanos hemos aprendido historia

LA REVOLUCIÓN MEXICANA EN EL ESPEJO ESTADOUNIDENSE

Autor: Iveth Laguna.

Si los mexicanos nos reímos de nuestra historia, a veces incluso antes de que podamos considerarla historia, ¿por qué no habrían de hacer lo mismo otros países? Sobre todo, a nuestro vecino del norte nada le impide hacer sátira de nuestro día, que fue precisamente lo que ocurrió en la época de la Revolución Mexicana. Lo anterior, realizado a base de “monitos” (o caricaturas, como prefiera uno llamarles)

La exposición La Revolución Mexicana en el espejo de la caricatura estadounidense, ubicada en la planta alta del Palacio del Clavijero, trata precisamente sobre eso, a través de periódicos, sobre todo de los llamados cartones, cómo veían los habitantes de Estados Unidos la guerra que se desenvolvía en México.

Resulta más interesante que leer libros de historia (escritos desde perspectiva gringa claro) o las notas de aquellos días. La caricatura es un género que permite más libertad, y tanta creatividad como el dibujantes posea. Una nota de, digamos, una cuartilla, puede resumirse en un dibujo e incluso transmitir más información y sentimiento.

Uno va avanzando por las salas dedicadas a la exposición y puede contemplar un panorama entero, y cronológico, de una guerra que supuestamente nos sabemos de memoria. Sólo que en esta ocasión el Tío Sam se encuentra presente en casi cada cuadro, simbolizando no solamente la intervención estadounidense en la guerra mexicana (y tantas guerras más), sino también para señalar el poder que desde entonces, desde antes, ya ejercía el gobierno estadounidense sobre el mexicano.

Queda muy claro en las imágenes que ellos mismo veían a su país, su gobierno y su ejército, como el salvador que México necesitaba. Esto al mismo tiempo de que se tomaban la guerra como de broma. De hecho, en una de las caricaturas, firmada por Bud Fisher, vemos a uno de los protagonistas feliz de que cubrirá la guerra de Revolución Mexicana, pues será, según el personaje, como recibir paga por hacer nada.

Por supuesto que esta ideología iba cambiando a medida que se iban dando batallas cada vez más importantes, y más cerca del suelo estadounidense. Lo que sí persistió fue la manera de ver a México como un infante inmaduro, aunque peligroso por ser el vecino inmediato, por habitar esa porción de tierra que, creían algunos, debía pertenecer y beneficiar a los Estados Unidos de América.  Después, simplemente lo vieron como un pequeño peligroso, pero de todas maneras fácil de controlar y manipular.

La verdad es que no había mucho respeto, menos por los presidentes de la época. Por ejemplo Huerta, siempre fue retratado como un borracho que tomaba decisiones consultando con el alcohol. A demás de, para ellos, ser el presidente que prefirió renunciar que aceptar las órdenes de un presidente gringo.

Los revolucionarios no terminaban mejor parados. Ejemplo de Villa y el contrato que filmó para que sus batallas fuesen grabadas y lanzadas como películas. Fue un acto altamente criticado por casi todos los que pudieron hacerlo, y por supuesto que los moneros no se quedaron atrás para señalar cómo es que entonces parecía que Villa peleaba con el objetivo único de ser filmado, a pesar de que más de una pelea probó que esa era una idea errónea.

Entonces, estamos frente a una exposición histórica que no incluye los típicos documentos de siglos pasados que realmente todos ven y nadie lee. Tampoco tenemos fotografías de personajes destacados, o sus biografías.

Se trata de un ejercicio histórico haciendo uso de la crítica, la sátira, la ironía y el dibujo. Una manera efectiva de volver la historia más atrayente, de asegurarse de que la gente que visite la instalación se acercará a saber qué dice, de que se trata. Y que no se aburrirá, por supuesto.

Bueno, si uno entiende inglés entonces todo perfecto, ameno, interesante. Si por contrario no ha logrado salir del “pollito – chiken”, es cuando el asunto se complica un poco. Ningún panel maneja lenguaje extravagante o exagerado, pero no caería mal que se hubiese incluido la traducción para aquellas personas que quizá no lo comprendan del todo.

Entre lo interesante y curioso de esta muestra, que quizá a otros les cause enojo y enfado, es ver que, cambiando algunos nombres y fisonomías, las caricaturas podrían muy bien ser actuales, de ayer o de hoy mismo. Siguen los mismos problemas, algunos hasta se han incrementado. Sigue el paternalismo de un país a otro. Sin duda la guerra en la que vivimos actualmente, a más de uno le parece motivo de la misma broma y parodia como lo fue en sus tiempos la de Revolución.

Resulta entonces un acierto de los directivos del Centro Cultural “Palacio de Clavijero” poner en exposición un material que, de una u otra manera, queramos o no, continua vigente después de tanto tiempo. Vale la pena darse una vuelta, poner atención y no tomarlo como simples dibujos cómicos de un montón de gringos metiches. Mas bien tratar de verlo como otro enfoque a una historia que, supuestamente, todos nos sabemos desde el comienzo hasta el final y que, malamente, estamos hartos de estudiar o de que se nos mencione siquiera.

 

Ficha técnica

La revolución mexicana en el espejo de la caricatura estadounidense.

Sala 6 (segundo piso) Centro cultural clavijero

Curaduría a cargo del historiados Juan Manuel Aurrecoechea.